
Como todo el mundo bien sabe, el verdadero reconocimiento masivo a la trayectoria, la influencia y la obra de Ramones llegó cuando el grupo ya no existía, y tres de sus miembros originales iban cayendo en garras de la Parca uno detrás de otro, en una especie de broma macabra del destino, que parecía confirmar el eterno mal fario de la banda. En el emocionante y estremecedor documental End Of The Century, un moribundo Johnny Ramone admitía que hubo un momento a principios de los 80 en el que se dio cuenta de que su sueño de convertirse en un gran grupo mainstream no se iba a cumplir jamás, y que en ese mismo instante puso el piloto automático y decidió que su prioridad artística iba a ser ganar el máximo posible de pasta para poder jubilarse dignamente, y no traicionar la confianza de los fans.

Pero la pregunta no es por qué los Ramones no triunfaron por todo lo alto, sino por qué creyeron que lo podrían lograr. En la citada película, el gran Legs McNeil - autor de la biblia del punk, Por favor mátame - asegura no explicarse los motivos de este fracaso cuando lo que hacían los neoyorqinos era "pop clásico americano".
Nada más lejos de la intención del Zorromono que contradecir al maestro, pero no. Las canciones de Ramones no eran "pop clásico americano". Los temas de los primeros Beach Boys, de la factoría de Phil Spector o de los Monkees no hablaban de esnifar pegamento, de pegarle a los pijos con bates de beisbol, de prostituirse para pagarse la heroína ni de presumir de ser un nazi que lucha por la Madre Patria. ¿En qué cabeza cabe que coplas que tratan tales disparates, como Now I Wanna Sniff Some Glue, Beat On The Brat, 53 rd & 3 rd y Today Your Love Tomorrow The World pudieran acabar compartiendo ondas hertzianas con los Eagles, Olivia Newton-John y Neil Diamond? Sólo en la de el Comandante Johnny, nos tememos.

Pero por Dio, estamos hablando de una banda formada por un obsesivo compulsivo de dos metros de altura - Joey Ramone-, un bipolar esquizoide politoxicómano - Dee Dee Ramone- y un delincuente juvenil agresivo, controlador y de extrema derecha-Johnny Ramone-, que vestían chupas de cuero, y practicaban rock garagero ultraminimalista, deudor del glam más macarra, los girl groups de los 60 y el High Energy de Stooges - su mayor influencia, según ellos mismos - y MC5. Deberían haberse dado cuenta enseguida de que su público no podía ser el americano medio que sólo quiere escuchar una cancioncilla agradable en el trayecto que separa su granja de la armería del pueblo, sino gente tan extraña, inquietante e inadaptada como ellos.
Además, la música de los Ramones no es alegre ni optimista. Es tan oscura, tensa y desconcertante como ellos mismos. Su primer álbum, por ejemplo, es prácticamente una enumeración de traumas adolescentes; era dificil sentirse identificado con el chapero que acaba rajando a su cliente para autodemostrarse su hombría que protagoniza la salvaje 53 rd & 3 rd, pero todos los que sufrieron una adolescencia infernal desearían haber molido a palos a más de un cretino - a lo mejor a uno de esos indis barrigudos que ahora presumen de nerds cuando en su juventud iban a Pachá y se reían a mandibula batiente de los que no eran unos imbéciles con polo como ellos-, y se sintieron un millón de veces como un insecto por no lograr que ni una sola piba - o pibe - les hiciera el menor caso.
Pero permítanle al Zorrromono volver a la adusta, castrense y fascinante figura del simpar Johnny Ramone. Este caballerete, que lamentaba no haber logrado el objetivo que se había planteado para su banda - a corto plazo, porque a día de hoy se puede afirmar que sí que lo consiguió, y con creces- y que presumía de no haber hecho ni un solo de guitarra en toda su carrera, labor que en las grabaciones recaía en Daniel Rey, Walter Lure o quien fuera, tampoco hizo lo más mínimo para alcanzar el superéxito masivo, y los ejemplos abundan en End of the Century, Por favor, mátame y otros documentos de la época. Desde luego, la permeabilidad y la capacidad de aceptar consejos no iba en la idiosincrasia de este individuo, para el que cambiar de opinión era casi sinónimo de rendirse a los comunistas.

Es cierto que llama la atención que un diseño conceptual tan perfecto como el de Ramones saliera del magin de alguien tan tosco, pero es al bueno de Johnny a quien los Strokes y otros marulos imitadores como ellos deben agradecer tanto la vestimenta-uniforme como la implacable actitud escénica que hizo célebre a los de Queens. Al parecer, el guitarrista dedicó toda su adolescencia a observar las vestimentes y cómo se situaban sobre las tablas sus grupos favoritos, y cuando formó su banda ya tenía rematadamente clara la "marca Ramones", que acabó de perfilar con la ayuda del brillante diseñador Arturo Vega, autor del emblema del grupo.
Pero nos estamos desviando nuevamente del tema. cuando el Zorromono afirma que Johnny no hizo "nada" para alcanzar el éxito masivo, se refiere a que el guitarrista estaba convencido de que lo iba a lograr su objetivo sin hacer ni la más mínima concesión a absolutamente nadie. El documental muestra como esta pétrea actitud ya afloró en los primeros días del grupo, cuando durante la grabación de su primer album, el director de su compañía - que era judío, al igual que Joey Ramone- les pidió con suma educación que eliminaran las descacharrantes referencias nazis de Today Your World, Tomorrow The World. La respuesta del lider ramonero fue un no rotundo, porque eso sería no ser sincero con ellos mismos, ni con la fijación nacionalsocialista de Dee Dee, educado en Alemania y autor del tema en cuestión.
Según cuentan, el comportamiento de Johnny era igual de tiránico e implacable con sus compañeros de banda, que admitieron abiertamente que ellos mismos lo convirtieron en un monstruo del control al obligarle a estar continuamente pendiente de su inacabable ristra de chaladuras. Además, para acabar de facilitar el asunto, el guitarrista le levantó la novia al cantante, Joey, lo que provocó que dejaran de hablarse para siempre jamás. Nunca se habían caido muy bien, de todos modos.
Durante toda la trayectoria de la banda, Johnny siguió a lo suyo; ora ponía verdes a Blondie por vendidos y por haberse pasado a la música disco - con lo que lograron ese número uno por el que suspiraba el guitarrista-, ora zurraba a Dee Dee cada vez que fallaba una nota, ora se encaraba con el zumbado de Phil Spector mientras el alienado productor le apuntaba con un arma. Y mientras tanto, los Ramones seguían grabando discos, unos mejores que otros, y el furibundo odio entre guitarrista y cantante seguía en aumento como una bola de nieve hecha de rencos y bilis, que como bien le cuentó Marky Ramone al Zorromono, llegó hasta el final de sus días.
http://www.laopinioncoruna.es/pi-fiestas-de-maria-pita/2011/08/30/marky-ramone-canciones-ramones-son-buenas-tocadas/524681.html
La brutal coraza que se autoimpuso Johnny le llevó al extremo de autoobligarse a eliminar de su mente todo sentimiento y pensamiento que le pudiera convertir en humano, detalle que él consideraba un rasgo de debilidad eminentemente socialista. Cuando en The End of The Century le preguntan si lamentó la muerte de Joey, el guitarrista se siente terriblemente incómodo al admitir que sí, que había estado muy deprimido durante una semana al conocer la noticia, pero que no sabía por qué y que trató de reprimir ese sentimiento porque, realmente, era una persona que no le agradaba. En otra entrevista realizada poco después del fallecimiento del larguirucho vocalista, le plantearon a Johnny la posibilidad de reunir a la banda con otro vocalista, opción que rechazó con cajas destempladas mientras afirmaba que jamás subiría a un escenario sin Joey, porque era "su"cantante. Que gente...

Gilipoll*ces como esta y dar vivas al presidente Bush Jr. en la ceremonia de admisión de Ramones al Rock And Roll Hall of Fame contribuyeron a configurar una imagen popular de Johnny Ramone como de nazi sin meniges, algo que niegan sus amigos Eddie Vedder y John Frusciante, que le acompañaron en sus últimos meses de vida, junto al también chaladísimo Vincent Gallo. El brasas del vocalista de Pearl Jam incluso asegura que durante su relación sufrieron un encantador proceso de 'feedback' vital, en el que el Ramone volvió al sosainas Vedder un poco más cabronías, y que él a su vez logro un humanizar un poquillo al rudo guitarrista. Ja. Al Micocánido le habría gustado ver eso...
