
Comprendo que les sorprenda que al Zorromono le guste el flamenco, pero que quieren que les diga... los días tienen 24 horas, y si uno se echa 10 horas escuchando a los Dictators y otras 10 a los Stooges, pues algo hay que ponerse en las cuatro que sobran. El deceso del maestro granadino ha provocado que el Micocánido reflexione sobre la mejor manera para que un grasiento roquero se introduzca en el complejo y fabuloso mundo de la música gitana, y los pasos que el propio Foxmonkey siguió para pasar de una ignorancia troglodítica a (casi) ser capaz de distinguir una bulería de un fandago. Y precisamente de Morente fue el primer cedé flamenco que adquirió su mutante preferido.
Como podrán ver, la cosa tiene truqui. Porque Omega, disco al que pertenece este temón y que el cantaor firma junto a Lagartija Nick - y en el que participan otros mostros como Tomatito y Vicente Amigo - es, como le comentó al Zorromono Eric Jiménez, batería de Lagartija, "Enrique cantando flamenco con guitarra flamenca, y Lagartija Nick poniendo en un segundo plano una muralla de sonido". Cuando el Micocánido adquirió el álbum lo que le gustaba era la "muralla de sonido", y la parte flamenca no le acababa de entrar. Porque, para que engañarse, en la lejana Galicia el cante, si no fuera porque es en castellano, resultaría tan lejano y ajeno como el reggae o las badalaikas.
Pasemos pues a la siguiente etapa flamenca del Zorromono. Como es obvio, si uno quiere iniciarse en el rock and roll, pues acudirá al Rey. Y en esto, pues hay que hacer lo mismo.
Esto sonará a perogrullada, pero si hay un disco perfecto para que un roquero se introduzca en el universo de las palmas y el quejío, ese es La leyenda del tiempo. Para este álbum, el productor Ricardo Pachón rodeó a Camarón de una especie de "dream team" camándula integrado por los hermanos Amador, Kiko Veneno, Gualberto - ex miembro de Smash-, Jorge Pardo y los Alameda. Y Tomatito, claro. Y lo que salió de ahí fue una amalgama de rock progresivo, psicodelia y arte a toneladas. Un auténtico clásico universal y uno de los discos más fumetas de la historia, que en su día fue un fracaso comercial terrible.
Y sí, el Zorromono lo escuchaba y le resultaba curioso y tal, pero nada. Se asombrarán de la obtusidad del Micocánido, pero hasta que pasó una larga temporada en Cádiz y se acostumbró la idiosincrasia, la climatología y la increíble relajación vital de esas gentes andalusíes, no empezó a pillar de qué iba el asunto. Relajación que es, en muchos casos, una pura fachada; el mismísimo Paco de Lucía afirmó que su arte - y la de Camarón -procede directamente de la rabia: "En nuestros discos lo que sí había era mucha rabia. Yo siempre la he tenido, y Camarón también; no sé por qué ni que era lo que le motivaba a él, pero la mía me viene de niño, cuando en el mundo del flamenco, y mucho más fuera de él, dentro de la guitarra clásica, a los guitarristas flamencos se les trataba con absoluto desprecio".

En definitiva, que el Foxmonkey se dio cuenta de que estos tipos tan furiosos molaban mucho. Obviamente, Camarón era un rockstar, que desprendía un aura de divinidad y una sensación de peligro que para sí querrían los miembros de Mötley Crüe, pese que los que lo conocieron afirman que era un tipo estupendo. Pero imponer, imponía. Y el Paco de Lucía 70´s lo mismo, siempre serio como un ajo, con esas patillazas y esa mirada telúrica por la que parecía que iba a echar rayos, truenos y centellas. Por no hablar del gangsta Manuel Molina, que cuanto más viejo se hace, más miedito da y más impresiona su majestuosa y barbada estampa.

Y este mostro nos puede servir de enganche retroactivo para pasar del flamenco al rock andaluz. Porque, además de registrar una trilogía de álbumes casi sobrenaturales en los seventies con su señora Lole, Manué formó parte de la última encarnación de los imprescindibles Smash. Y el Zorromono no les va a hablar otra vez de Smash ni de Triana, porque ya lo hecho en repetidas ocasiones y van a acabar ustedes hasta el gorro, pero es cierto que no hay mejor manera de familiarizarse con el lenguaje sonoro y lírico del flamenco que a través de estas dos colosales agrupaciones sevillanas.
Porque lo de las letras del flamenco es otra. Aún habrá por ahí zangolotinos que aseguren que este es un género limitado en lo lírico, cuando es justo lo contrario; el Zorromono no es capaz de mencionar otra música que permita expresar una gama taaaan amplia de sentimientos y emociones, aunque, para los oídos poco atentos, las canciones solo hablen de "niñas", "pájaros", "fuentes" y cosas así. Y eso lo entendió perfectamente Jesús de la Rosa cuando escribió los tres primeros discos de Triana.
Pero que conste que, como ellos mismos aseguraban, lo que hacían Triana y Smash - bueno, Smash un poco sí- no era rock flamenco; era rock con influencias del flamenco. Llama la atención el respeto reverencial que este estilo despierta en músicos de todo el orbe, y para probarlo, les voy a contar una anécdota: En su concierto de este año en la sala Mardi Gras, el guitarrista americano Marc Ford - ya saben, el solista de la época clásica de los Black Crowes - se arrancó con unos acordes andalusíes en un parón entre dos temas. Alguien del público gritó un sonoro "¡Ole!", ante lo que el instrumentista negó con la cabeza, y con una sonrisilla tímida en los labios, susurró ante el micro "No, no... too much respect...".

Pues ahí lo tienen. La moraleja de esta historia no es lo enrollao que es el Zorromono porque le gustan estas cosas agitanadas, sino que no deben ser ustedes cerriles, y no deben que cerrarse en banda frente a lo desconocido. Ni prejuzgar, aunque éste su mutante favorito comprende perfectamente que ante el flamenquito que ponen la radio, pues sean reacios a aventurarse en el cante. Pero, en realidad no deja de ser como el blues en más de un aspecto: una música bastarda hija de mil leches, creada por una raza despreciada y perseguida, y con la que expresan todas y cada una de sus emociones a través de un lenguaje sensillo y emosionante.
Háganle caso al Micocánido, y a lo mejor acabarán como él, sorprediéndose a sí mismos escuchando los viejos vinilos de Manolo Caracol del abuelo...
Oiga, un respeto. Cómo que música bastarda creada por una raza despreciada? Si es música de reyes, tal y como dijo la auténtica rockstar que tuvo el flamenco de andar por casa, Bambino:
ResponderEliminarEl ritmo que yo les traigo no es de la China ni del Japón.
Y ahora yo les demuestro que es una herencia del Faraón.
Las niñas de media Europa que ya están hartas de mambo y twist,
me piden hasta la ropa como recuerdo diciendo así.
Ay Bambino, picolino, tienes el color cetrino de la gente canastera
y en tus ojos adivino que has nacido en el camino que va de Sevilla a Utrera.
Bambino, MGQLPV.