MÁGICO GONZÁLEZ. EL SEMIDIÓS ENJUTO
Quizá a los más jóvenes el nombre de Jorge González no les diga nada. Pero a los que cuentan con más de 30 años de edad no hace falta explicarles quién es este señor que parecía salido de una dimesión paralela - El Salvador -, y que aterrizó en una dimensión más paralela todavía -Cádiz-.

El Foxmonkey es consciente de que, visto así, Mágico es un individuo que da un poco de risa. Pequeñajo, cetrino, con unas patitas como de pollo, y una cara más digna de un gorrilla del aparcamiento del Palacio de los Deportes que de una estrella del balompié. Aunque, para los que no lo vieron jugar, han de saber que no es que este individuo fuera "bueno", es que, directamente, fue uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. González tenía una calidad y un toque de balón tan sobrenatural que hacía que la técnica de Messi parezca la de un central rocoso del Sestao B.
Pero lo que hizo grande a Mágico no fue su paso por ningún gran equipo; Ni ganó títulos, ni pichichis, ni nada de nada, aparte del eterno respeto y admiración de los verdaderos amantes del deporte, esos que cogeríamos al Barón de Coubertín y sus afascistados principios y los mandaríamos al diablo sin dudarlo.
Jorge sembró el caos en las áreas españolas desde 1982 hasta 1991. Llegó al país con la selección de El Salvador, en la que destacó de una manera brutal en el Mundial de Naranjito, hasta el punto de quedarse a punto de entrar en el once ideal del torneo. El talento del moreno consiguió que varios equipos de alcurnia, como el Atlético de Madrid y el Paris St. Grmain, se interesaran por sus servicios, pero, sólo Dios sabe como, suponemos que a base de labia, al final el jugador fichó por el Cadiz F.C. Y ahí se fue este cetrino caballerete, a cimentar su leyenda a base de cubatas, sobadas de 15 horas y golazos estratosféricos.
Porque lo del Mago no tenía nombre; lo de empalmar varias noches de juerga salvaje y quedarse frito por las esquinas pronto fue visto como normal por sus compañeros y técnicos, y a eso le hay que sumar las veces que llegaba tarde a los entrenamientos porque se quedaba jugando en la calle con unos críos, porque unos lugareños le invitaban a carajillos, o por cualquier otra razón chorra. Todos y cada uno de los vigilantes que le ponía el club para tratar de controlar a este fiera acababan renunciando entre lloros y kilos de Almax, mientras Jorge protagonizaba anécdotas tan simpáticas como echarse un sueñecito en la cabina del DJ de una conocida discoteca, en la que se había ocultado de un furibundo entrenador que había ido a buscarlo al local en cuestión para llevarlo de vuelta al hotel de concentración a puntapiés si ello fuera preciso, salir a entrenar con zapatos o regalarle esos mismos zapatos a un indigente que le comentó lo chulos que eran, y llegar al Carranza en chanclas. Y la afición cadista, en vez de reprocharle su comportamiento, le daba palmas, lo jaleaba y le componía chirigotas.

Pero es que todo lo que les cuente se va a quedar corto; en otra ocasión, en el calentamiento de un partido que su equipo jugaba en el campo del Valencia, unos aficionados gaditanos llamaron a Jorge, y le pidieron el favor de llevarle un canuto que se acababan de liar a unos paisanos que tenían en la grada de enfrente. Y va el colega, agarra el joint, y se planta en el fondo contrario de Mestalla a la voz de "¿Donde están los del Cádiz, que acá les traigo un porrito?". Todas estas tonterías - como un entrenador que le mandó a su casa un conjunto de flamenco, palmeros incluídos, para ver si lograban despertarlo - se complementaban con un talento futbolístico que, de haber sido convenientemente trabajado, habría dejado en bragas a tarugos como Maradona o Van Basten; como muestra de lo que era capaz de hacer el salvadoreño cuando le daba la gana está su partido más recordado en la Tacita, que fueron unas semifinales del Trofeo Carranza que los locales disputaron contra el F. C Barcelona. El Mago, para variar, llegó tarde, por lo que se incorporó al encuento tras el descanso, con un 0-3 a favor de los culés. Y no pregunten cómo, pero el partido terminó con un 4-3 para los locales, con dos goles y dos asistencias del genio centroamericano.
La gran oportunidad de González para da el salto a un grande le llegó con el descenso del Cádiz en 1984. El París Saint Germain le hizo una oferta en firme, y la cosa parecía que se concretaría, pero el día de la firma del contrato el artista, simplemente, no apareció. Su otra ocasión para escalar a un equipo de élite le llegó cuando el Barcelona de Maradona se lo llevó a hacer una gira por EE.UU, que el Zorromono imagina más destroyer que las de los Stones. Pero todo se fue al garete otra vez en California, cuando los jugadores de un equipo brasileño que se alojaba en el mismo hotel que los blaugranas activaron la alarma antiincendios, en medio de una juerga etílica de dimensiones bíblicas. Todos los huéspedes salieron a la carrera del establecimiento menos uno, ya se pueden imaginar quien. Pues sí, se trataba del Mago, que estaba bastante ocupado en sus aposentos, garchándose a una mina...
Tras dos años en la gris Valladolid, donde nuestro héroe se aburrió como una almeja, Jorge volvió a su lugar, Cádiz, con su colega Camarón, su playa de la Caleta, sus discotecas y su Carranza. Abandonó el equipo amarillo en 1991, pero su espíritu todavía se puede ver y oir culebreando por las tascas del barrio de la Viña, que siempre lucen tres retratos en su lugar de honor: un Cristo, un Camarón y un Mágico. Alguna Merche también ha sido vista por ahí ultimamente...

Obviamente, la canallesca del personaje -que no su bonhomía, que la tiene, y mucha - hace que Mágico González pareza salido de un temazo de Rubén Blades, pese a que el mismo astro salvadoreño dejó siempre muy clara su idiosincrasia: " Tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme. Y qué bien lo pasé yo jugando en el Cádiz. ¿Nos tomamos una copita?".
ABEBE BIKILA. JAH PRAISE
El Zorromono les va a contra la historia de un hombre que fue enviado a la tierra por Jah, por siempre sea alabado, para devolver a los hijos de Zion la dignidad que los demonios blancos de Babilonia llevaban siglos arrebatándoles.

Ese profeta llevaba por nombre Abebe Bikila, alabado sea, y sus hazañas todavía son recordadas por los descendientes de los Israelitas. El hermano Abebe vino al mundo en Maut, en las tierras sagradas de Etiopía, donde pronto destacó en el atletismo. Se alistó en el ejército, donde tuvo el honor de ser escolta personal de Su Excelencia El Emperador Haile Selassie Ras Tafari, enviado también por Jah para liberar África de la opresión de Babilonia. Alabado sea
En ejército, el joven Bikila entrenó y entrenó, y en el año 1960 le llegó la ocasión de demostrar la fuerza del hombre justo en el mismísmimo corazón de Babilonia, que había invadido a sangre y fuego la tierra sagrada de Zion - El Foxmonkey hace un inciso en esta intrincada seudojerga rastafariana para explicar que, en 1935, la Italia de Mussolini invadió Etiopía, desalojando del trono al Emperador y estableciendo una férrea tiranía -, la ciudad de Roma, donde se celebrarían unas Olimpiadas.
Y allá se fue el hermano Abebe, alabado sea, para competir en la carrera conocida como maratón. Y contaban los periódicos y las televisiones de Babilonia que el hermano Abebe no estaba entre los favoritos para ganar esa competición, que finalizaba muy cerca del Arco de Constantino donde el demonio Mussolini partió para llenar de muerte la tierra de Zion.

Y cuando comenzó la carrera, todos repararon en que el hermano Abebe, alabado sea, no quiso cubrir sus pies con zapatillas, y estaba descalzo. Y los hijos de Babilonia rieron. Pero el hermano Abebe, que quería sentir con sus pies desnudo los ríos de sangre sobre los que se edificó esa ciudad maldita, corrió y corrió, y poco a poco fue dejando atrás a todos sus rivales.Y quiso Jah que su hijo pasara durante su viaje al lado del obelisco de Axum, que el demonio Mussolini había robado de Zion, y que dio las fuerzas necesarias a su hijo para que triunfara en su empresa.
Y con los cantos celestiales de los binghiman flotando por las corruptas calles de la capital de Babilonia, el hermano Abebe hizo callar al mundo y, descalzo y con la bandera de Etiopía y las enseñanzas del Kebra Nagast sobre su corazón, cumplió su misión con un tiempo de 2 horas 15 minutos 16 segundos. Karamawi. Que Jah sea una y mil veces alabado. El primer hombre africano en ganar la medalla de oro en unas olimpiadas, ante la pregunta de por qué corría descalzo, respondió esto: "Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo".
El hermano Abebe, alabado sea, volvió a vencer en las Olimpiadas de Tokio en 1964, ya con zapatillas. Pero, como los caminos de Jah son inescrutables, en 1969 el corredor sufrió un terrible accidente de coche que le postró en una silla de ruedas, y de cuyas heridas no se recuperaría. Jah lo llamó a su lado en 1973.
STEVE NASH. ROCK AND ROLL STAR
El Zorromono quiere terminar este repaso con un deportista actual, del que todavía se puede disfrutar sin tener que recurrir a youtubes y hemerotecas. En estos tiempos que corren, está claro que la NBA no puede ser menos molante; hay grandes jugadores, de acuerdo, pero esos tiempos de los funky men de los 70 o de la majestuosidad de los duelos Magic- Bird de los 80 no pueden estar más lejos de lo que ofrecen en la actualidad esos pseudogangstas que, en compañía de yugoslavos locos, españoles sosos y granjeros de Iowa, pueblan las canchas de la liga americana. Pero hay excepciones, claro que sí, y una de ellas es el gran Steve Nash.

Nacido en Sudáfrica pero criado en Canadá -porque a sus señores padres no les daba la gana que sus hijos creciern con la salvajada esa del Apartheid-, Nash se ha caracterizado durante toda su carrera como uno de los baloncestistas más cool de su generación. No hay más que fijarse en sus melenas y sus patillacas, pero es que además en colega es un reconocido cervecero, hincha del Tottenham, compañero de correrías de los hermanos Gallagher, y no suele tener la prudencia de guardarse sus opiniones en un país tan poco dado al diálogo como los EE UU.
Es especialmente recordada la anécdota acontecida a nuestro héroe en un lejano All Star, en la que se presentó con una camiseta contraria a la invasión de Irak. A la monumental pitada del respetable se le sumó una airada reacción del Almirante David Robinson, que increpó al blancucho dos veces MVP, y le "invitó" de una manera bastante ruda a abandonar the home of the brave y a volverse a su pu*o país, fuera cual fuera. Cosas de muchachos, ya saben...
Buen post, grandes "deportistas". Pero te olvidas de un maratoniano coruñés que compagina sus kilómetros con Rock&Roll, Heavy Metal y alcohol. Es gracioso que mucha gente se piensa que los deportistas son buena gente y muy sana, cuando en realidad algunos hacen deporte para liberar mala hostia...mejor así que andar a puñetazos con los vecinos o compañeros de trabajo.
ResponderEliminarAfortunadamente, la posesión de armas en este país todavía no es un derecho constitucional...
ResponderEliminar...mientras tanto,relájese, Sr. Knees!!
ahhh¡¡¡¡, eL Gran Màgico Gonzalez. Buen post. Como si fuese ayer,
ResponderEliminarque dìas y que grandez jugadas.- Unico el tipo.-