miércoles, 11 de agosto de 2010

Cuatro millones de rayas (II)

Pasada ya la aciaga semana pasada, en la que hubo que sufrir tanto el Noroeste Poprock y la Festa dos Mundos como sus críticas y alabanzas posteriores, según por donde soplen los vientos del medio en cuestión - menos en el caso del Zorromono, que es un dechado de rigor, austeridad e insobornabilidad -, vamos a cerrar este oscuro capítulo festivo con la segunda parte de la entrevista mantenida por LA OPINIÓN con el batería de Planetas y Lagartija Nick, Eric Jiménez, antes del concierto, prolijo para unos y arrebatador para otros, que los creadores de Una semana en el motor de un autobús ofecieron en la playa de Riazor el pasado 5 de agosto. Que fue una brasa, vamos, para qué les voy a engañar.



-¿Qué diferencias y qué semejanzas ves entre Omega y los dos últimos discos de Los Planetas, como acercamientos del rock al flamenco?
-La técnica puede que sea la misma; la diferencia es que en Omega es Enrique cantando flamenco con guitarra flamenca, y Lagartija Nick poniendo en un segundo plano una muralla de sonido y, en nuestro caso no utilizamos las voces flamencas, no utilizamos guitarra flamenca, y es simplemente coger y cruzar un poco la otra orilla del flamenco, picotear y llevarlo a nuestro terreno. En Omega , Lagartija se fue al terreno del flamenco, en primera persona están Enrique y la guitarra flamenca, y en segundo, Lagartija. Esa es la diferencia.

-¿Teníais en menta la Leyenda del tiempo, de Camarón, cuando hicisteis Omega?
-No. Teníamos más en la cabeza a Sonic Youth, y teníamos más en la cabeza utilizar las texturas que tenía enrique Morente en discos como Misa flamenca. Teníamos en la cabeza coger sonidos hirientes de guitarra y mezclaros con las voces siniestras que siempre nos ha recordado muchísimo Enrique a la Semana Santa y a cosas místicas. No teníamos para nada en cuenta ningún disco de flamenco. De hecho, en la grabación del disco hubo varios productores de flamenco intentaron acercarse, y, bueno, los mandamos fuera (risas) porque si los llegamos a dejar que metan mano habría sido más un disco de flamenquito de los de toda la vida. Estuvo muy bien la labor que hizo Antonio, que estuvo con Enrique muchísimas horas, y Enrique fue muy sabio, muy punk y muy violento a la hora de las mezclas. No se acojonaba. Es digno que una persona que es cantaor flamenco le eche tantos cojones a la hora de mezclar un disco y diga “venga, la guitarra a toda hostia”, sin tener miedo. Lo único que buscamos es que no se pareciera a los discos de flamenco ya hechos, porque nuestras influencias no tenían nada que ver con las de Pata Negra o Ketama; nosotros estábamos escuchando otro tipo de grupos, lejos del blues, del latin jazz… lejos de todo esto.



-Acabas de mencionar que la Semana Santa te parece siniestra.
-Bueno, yo soy un gran fan de la Semana Santa. De hecho, el ritmo de la canción Omega está sacado de una cofradía que se llama la Cofradía del Silencio, de Granada que sale el Jueves Santo, y el ritmo está sacado de un tambor que toca un reo y que dice “dónde estará, dónde estará, cuando lo encontremos lo vamos a matar”. Entonces yo desde pequeño quería hacer alguna canción que tuviera el ritmo de esa cofradía. Siempre he dicho que soy el cofrade más ateo que hay en Granada (risas), entonces siempre me ha llamado muchísimo la atención, cuando he visto los Cristos por las calles, las velas, el olor a incienso… desde siempre me ha recordado a un espectáculo de la Bauhaus, es algo que con las saetas y esto, te pone en vello de punta. Estoy totalmente en contra de los capillitas, y los señoritos semanasanteros. Mi Semana Santa es un poco más alternativa y sí, sí que veo mucho siniestrismo, y además las iglesias son algo que siempre me han dado mucho miedo.

- ¿El rollo siniestro pego mucho en Granada?
-Pues la verdad es que no. En aquella época yo y cuatro más éramos los únicos que escuchábamos a Joy Division, a Virgin Prunes, a Diamanda Galas… Luego, mucho más tarde, pero mucho más tarde, muchos años después ya hubo una pila de niñitos escuchando todo eso, pero en el año 83 yo iba pintado, llevaba crucifijos y un pelo que luego más tarde llevaron los Jesus y Mary Chain. Pero bueno, quizá le llevé porque no sabía peinarme (risas), y se me fue criando una maceta en la cabeza que más tarde se pilló como bandera del look de los after punks. Pero mí sí me gustó mucho toda esa época new wave y after punk de principios de los 80.



-Y respecto a Lagartija Nick, ¿hay algún proyecto de nuevo disco?
-Pues sí. Antonio (Arias) me llamó la semana pasada y me dijo que ya tenía una maqueta con nuevos temas y la idea es meternos a grabar en octubre, para empezar a girar en diciembre. Va a ser una nueva formación en formato trío, Antonio bajo y voz, Víctor Lapido a la guitarra y yo a la batería. Formato trío y directo al pecho.

-Más vuelta a los inicios.
- Puede que sí, porque Antonio después de hacer su álbum en solitario se puede permitir otro tipo de texturas… vamos, que si utiliza tiempos lentos y medios en su disco, en el de Lagartija…

-…Caña.
-Vamos a ir a gustillo, sí (Risas).

-Inercia es vuestro mejor y más recordado disco. Cuando lo grabasteis, con profusión de medios y apoyo de una multinacional, ¿teníais la esperanza de dar un paso más y llegar a ser un grupo no masivo, pero sí más conocido a nivel popular?
-Totalmente. Yo creo que Lagartija es de los grupos menos valorados de todo el rock español. A todo el mundo le gustaba, pero nadie compraba los discos (risas). Yo creo que se adelantó un poco a su época, porque estaba haciendo una música muy fuerte, pero a la gente que escuchaba música fuerte le gustaba mensajes más tontos, o más políticos y comprometidos, no tan intelectuales, y la gente intelectual que le gustaba las letras de Lagartija, no le gustaba la música (risas), entonces estábamos ahí en tierra de nadie. Pero bueno, por lo menos es un grupo que se ha mantenido y, con el tiempo, la gente lo respeta. Pero es cierto que esperábamos no arrasar, pero sí alcanzar una posición mejor que la que tuvimos.

-Así nacen los grupos de culto, que se le va a hacer.
-Claro (risas).

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