domingo, 15 de agosto de 2010

Monstruo magnético

Antes de nada, les advierto que el Zorromono se siente especialmente lírico esta tarde. Para probarlo, ahí tienen:  Hay tantos géneros musicales como estrellas en el cielo. Casi nada, ¿eh?. Como en el anuncio ese argentino de la cocacola que daba ganas de matar - ya saben, ese de "para los gordos, para los calvos, para los lentos, para los feos..." - en el panorama sonoro que ha ido configurando la música popular de los últimos 50 años nos encontramos con estilos musicales con denominaciones tan pintorescas como Crust Punk - como Crass -, Eurodance - como Masterboy-, Trip Hop - como Massive Attack, con su variante hispana Trip Hop Subnormal, representado por Nawja -, Southern Metal - como Down -, Afro Beat - como Fela Kuti-, Shoegaze - como Spacemen 3, con su varianta galaica AgroShoegaze, representado por ustedes ya saben quién-, y así hasta el infinito. Todo esto viene a que el Zorromono ha estado reflexionando ultimamente sobre cual es el estilo musical definitivo, ese cuya simple existencia debería provocar una supernova tal que abocara a la desaparición todo ritmo, etiqueta o denominación ajena a sus característcas. Y el Micocánido ha concluido que ese género es el HARD ROCK PSICODÉLICO.

Piénsenlo por un segundo. ¿Hay algo que mole más que la psicodelia?  Sólo el Hard Rock. Este silogismo tan sencillo nos lleva a la conclusión de que, desde el preciso instante en que algún inglés peludo e intoxicado decidió, allá por finales de los 60, fusionar rock duro de inspiración bluesera con la música lisérgica tan en boga en esos años, se creó un agujero negro que con el tiempo absorbería todo lo que se le acercara hasta sumirlo en el más oscuro de los pozos del olvido.

Pero, como dice siempre el Zorromono, vamos a tomarlo con calma, porque a esta conclusión no se llega así como así. Como aseguraron los Vox Dei, todo tiene un génesis, y como las verdades absolutas no existen y la única realidad que uno puede dar por cierta es la suya propia, el Fox Monkey ha decidido retrotraerse a su etapa de cachorro y recordar cual fue su primer contacto con el género de géneros. Vayan subiendo el volumen:



He ahí Monster Magnet, posiblemente la banda más infravalorada de los 90, esa década prodigiosa en la que Alice In Chains sonaban en Los 40 y bandas tan deliciosamente obtusas como Melvins y Butthole Surfers grababan para multinacionales. Los Magnet nacieron a finales de los 80 de la mente de uno de los más brillantes performers y compositores de su generación, Dave Wyndorf, un individuo de inquietante aspecto y extraño sentido del humor, que llegó a la década de Nirvana con los 30 palos ya bien cumplidos y que provenía de una lejana y misteriosa galaxia denominada Nueva Jersey.

Las primeras referencias discográficas de esta banda fueron varios singles, el más impactante de los cuales fue Tab 25 - nada que ver con ese otro TAB en el que están pensando -, un cóctel a base de de LSD, distorsión y barbaridades, editado sólo en Europa en 1991, y que fue acogido como agua de mayo en la escena protostoner. Este maxi marcó las directrices de la primera etapa de Monster Magnet, la de mayor pureza lisérgica, la de los cuelgues y los temas de 20 minutos. La que inspiró tanto a Soundgarden como a Kyuss, para entendernos.

Su primer largo fue otro de los sus puntos álgidos.  Spine of God (1992) es un jocoso tratado de space rock, cargado de clichés, mala uva, desarrollos monumentales y ruidillos interestelares. El álbum, como suele suceder en estos casos, tuvo una relevancia crítica muy por encima de la comercial, y fue lo último que registró su guitarrista original, John McBain, que fue sustituído por el otro puntal de los Magnet, Ed Mundell, un individuo que, tanto por sonido como por estética, parece haber sido teletransportado directamente desde algún momento entre 1971 y 1973.

Tras este cambio de personal, editaron Superjudge en 1993, que sigue las directrices de su primer largo, aunque sin alcanzar las mismas cotas de brillante alienación. El matracazo vendría en el 95, con el que es considerado, casi de forma unánime, su mejor disco, Dopes To Infinity. Esta maravilla supone el punto intermedio - o más bien habría que decir la fusión perfecta - entre esta primera etapa, psicótica más que sicodélica, y su segundo advenimiento, marcado por un hard rock musculoso y encuerado, de ese que provoca un rictus de incredulidad y desprecio entre los redactores de Rockdelux de provincias. Bueno, pues a lo que íbamos; Dopes es una absoluta maravilla, que les abre puertas por todos lados y provoca que para su siguiente trabajo cuenten con una profusión de medios nunca antes vista.



Y ese nuevo disco fue Powertrip, el artefacto con el que Wyndorf planeaba conquistar el universo. Era 1998, el grunge pertenecía al pasado y, con la única competencia del grotesco numetal, la lógica decía que el lp iba a ser un bombazo de tropecientos megatones. Como todas las obras del grupo, en sus surcos hay un trasfondo autobiográfico: el vocalista y líder de la banda se fue a componerlo a Las Vegas, por lo que la temática de las canciones se basa en juergazas, decadencia y puterío. Y los videoclips segían esa respetable línea.



¿Ven lo que les decía del particular sentido del humor del colega? Cualquiera con dos dedos de frente  se daría cuenta de que tanto el clip como el arte del disco tienen un descacharrante tono paródico de los clichés del rock and roll más pasados de rosca. En concreto este Space Lord es, según palabras del propio Wyndorf, un choteo hacia los raperos malotes tan de moda entonces: "Las chicas saben que somos un poco payasos, y que nos gusta meter muchas 'hot chicks' bailando mientras tocamos, pero son vídeos con mucho sentido del humor. A veces me he encontrado con fans maníacos que venían y me decían '¡Sí, tio, eso es! ¡Cuero negro y tías guarras por todas partes! ¡El rock ha vuelto! ' A la mierda, tío, ¿Es que no has entendido nada? Estos video son practicamente una parodia de los vídeos de rap, en plan 'Get the money, get the girls'... Lo que me asusta es que mucha gente se lo toma en serio al cien por cien". Que le va a contar de esto al Zorromono...

Pues con Powertrip bajo el brazo - que pese a su pulsión más directa, tiene también puntos tan densos y oscuros como la increíble Bummer - Monster Magnet giraron con Metallica, se patearon todos los festivales - incluso tocaron en el mítico tour que compartieron Hole y Marilyn Manson, que fue definido por el malicioso Wyndorf como la experiencia "más divertida" de su vida: "Manson y Courtney eran como dos viejas discutiendo todo el día, tío"-, arrasaron allá por donde fueron... pero no. El disco vendió bien, pero no fue nada del otro jueves, y la mutación de Dave de gurú ácido a superhéroe encuerado, con profusión de músculos y porturas varoniles, no derivó en un bien merecido estrellato.

A partir de ahí todo empieza a ir cuesta abajo. Han de saber también que, pese a su brillantez, nuestro héroe es un mentiroso y un farsante de tomo y lomo, pues achacó la mediocridad del siguiente disco de Magnet, God Says No ( 2001) a que había perdido las maquetas del disco, y lo tuvo que rehacer desde cero, al estilo "el perro se comió mis deberes". En 2001 editan Monolithic Baby, con más chicha que el anterior, pero que redunda en intentar alcanzar los logros hardrockeros de Powertrip, pese a contener un par de buenos temas y partir del interesante concepto de la paranoia post 11 S en los EEUU.  Y como colofón, a finales de 2006, Wyndorf estuvo a punto de irse al otro barrio por una sobredosis, pero no de heroína ni de alucinógenos, no se vayan a pensar, sino de ... pastillas para dormir. Ya lo ven, uno que se lo imaginaba en permanate estado de alucinación, rodeado de jamonacas y metiéndose LSD como si fuera Fanta de limón...

Este casi luctuoso hecho y la complicada recuperación posterior llevó a nuestro protagonista a componer y grabar un nuevo álbum, titulado 4 Way Diablo (2007), en el que por fin recupera el pulso, pese a caer a veces en un amable autoplagio y no salir de las ferreas directrices de su propio estilo. Los Magnet de 2007 dejan algo de lado el hard rock testosterónico y recuperan el tono lisérgico de sus primeras obras, aunque con una producción más sencilla y garajera. En lo lírico, la bestia se muestra humana y vulnerable, y deja de lado las metáforas espaciales para tratar directamente los demonios que casi le llevan al otro barrio. Un buen disco, en definitiva, con temazos del calibre de Cyclone. Y lo de abandonar el hard rock directo, más les valía, porque el Wyndorf que se vio en la consiguiente gira valía en tamaño por dos de los anteriores, y costaba imaginárselo dando vueltas por el escenario gritándole eso de  "baby, baby, baby" a las pibas de las primeras filas y haciendo sugerentes  movimientos de pelvis con sus ajustados pantalones de cuero. Aunque su nueva imágen de cosmic rocker obeso, permanantemente enfundado en una amplia chupa de ante, tiene también su punto.



Hasta aquí la historia de esta increíble banda. Monster Magnet vendrán a Europa en otoño a ofrecer algunos shows, y Ed Mundell ha anunciado nuevo disco para Navidad, que promete que será el más space rock, psicodélico y Stooges de su trayectoria. Eso esperamos.



Y ahora que ya les he soltado el rollo, vamos a retomar lo del principio, la cosa esa del Hard Rock Psicodélico como estilo de estilos; Monster Magnet, que ya se puede calificar de "grupo de culto", supuso para muchos la puerta de entrada hacia las maravillas del psicorockote por un simple y posmoderno motivo; pese a tener una personalidad propia, Wyndorf es lo que podría denominarse un contenedor de influencias. Si uno bucea con mimo y cuidado por su discografía, verá por todos los lados referencias a los ídolos de este muchachote; porque, ¿Qué es Bummer si no un homenaje a los primeros Black Sabbath? ¿Y Little Bag of Gloom, el tema que cierra 4Way Diablo, no apesta a Captain Beefheart?  ¿No es Spine of God al completo, un tributo a Hawkwind? ¿El estribillo de Negasonic Teenage Warhead no es un nada disimulado fusilamiento del Tales of The Brave Ulysses, de Cream? ¿Y esas versiones de The Stooges y MC5? ¿Y esos guiños a Captain Beyond, The Doors y Blue Cheer? Por no hablar de su inmensa influencia toda la escena Stoner de los 90 - Los miembros de Kyuss le pidieron a Wyndorf que les produjera Welcome to Sky Valley-, que llega hasta Queens Of The Stone Age y Wolfmother.

Y ya dejando de lado a Monster Magnet, lo de que cuál es el estilo musical más molón no lo dice sólo el Zorromono. Fernando Pardo, guitarrista y líder de Los Coronas y Sex Museum - y uno de los tipos más integros, talentosos y avispados del rock nacional - recibió como agua de mayo el advenimiento del Stoner, provocado en parte por nuestros protagonistas de hoy, y afirmó que por fin, que él siempre había dicho que Sex Museum lo que hacían era Hard Rock Psicodélico. Porque si los únicos herederos de la psicodelia de los 60 y los 70 llegan a haber sido Spacemen 3 y Stone Roses, aviados habríamos estado. A ver quien era el guapo nos despertaba.

1 comentario:

  1. Pues parece que el micocánido éste no se crió con aquel mítico programa de La Bola de Cristal, porque si no conocería el dicho de:
    A LA FELICIDAD, POR LA ELECTRÓNICA! Que tienes que modernizarte un poquito, zorromonckey...

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