lunes, 16 de enero de 2012

Fashionismo Glam Extremo

Decía Errol Flynn que es cuando uno está sin blanca cuando mejor se debe vestir, por lo que el Zorromono ha decidido empezar el año recomendándoles una serie de complementos que harán de ustedes los más cool de la cola del paro o el economato.

Naaaah, ahora en serio, el objetivo de este post no es otro que volver a ahondar en las obsesiones musicales y estéticas de su amigo el Micocánido y, como el tema Ramones está ya más que visto, vamos a ir un poquillo más atrás en el tiempo y recordar los desmanes estéticos de algunos de los prohombres menos recordados del glam.

Ah, el glam... Junto al punk, posiblemente sea esta la estética rockera más utilizada, reutilizada y recontrautilizada en el cíclico mundo de la moda internacional, salvo en España, que cuando mencionas el glam las gentes piensan automáticamente en Tino Casal y Mario Vaquerizo. Pero el Micocánido, como siempre, opina que los últimos actualizadores de la lentejuela en las pasarelas se han quedado muy a medias y no han aprovechado totalmente el potencial que ofrece esta descocada y descacharrante época, sobre todo en su vertiente británica.



Pues sí, damas y caballeros, cuando Decarnin volvió a poner de moda el glam con sus colecciones para Balmain de hace unos añitos, fusiladas de inmediato por sus alocados competidores, fue un absoluto mariquita que o no supo ver o no tuvo bemoles de adaptar a los pijitiempos de hoy lo mejor de ese oropelado y purpuríneo ayer. Y para que vean que el Foxmonkey es bueno, he aquí unas sugerencias para estudiantes de diseño o costureros consagrados para que metan unas referencias glammys molonas, molonas de verdad.

LOS PENDIENTES-PATILLOCOS DE TREVOR BOLDER

La figura más popular e icónica del glam en el mundo civilizado es, sin lugar a dudas, David Bowie. Sería muy exagerado afirmar que fue él el que inventó el estilo tanto musical como estético del glam, con sus atuendos entre mods y victorianos pasadísimos de rosca, con añadidos del vodevil y la ciencia ficción tan en boga en esa época, pero es innegable que se convirtió en su representante más recordado. Menos recordados son, sin embargo, los integrantes de la banda que acompañó al Duque durante su periplo glammy, los Spiders from Mars.



Con eso tan de Bowie de atribuirse a sí mismo todos los méritos de sus triunfos, cuando una parte importante de su vampírica gracia es precisamente su capacidad de robo y/o fagocitación de otros artistas, el ídolo afirmó en un episodio de la serie documental Dancing in the streets que eso de travestir a sus músicos de invertidos intergalácticos era sólo cosa suya y de su señora, que a ellos les iba colando trolas que aceptaron gustosamente tras comprobar lo que ligaban con todas esas cosas tan brillantes puestas, no como él, que se ponía hecho un cromo y se pintaba como una puerta solo por motivos artísticos y metafísicos. El peor parado de los desmanes estéticos del protoanoréxico rockstar fue el adusto bajista Trevor Bolder, obligado a lucir unos ornamentos orejiles tan asombrosos que el Zorromono no cree ni que exista una palabra para refererirse a ellos.



El Foxmonkey recuerda, en su ya lejana adolescencia, ver la película que recoge el último show de los Spiders y preguntarse qué diantres era lo que llevaba este pobre hombre colgado del las orejas, sobresaliendo de sus ultralacias y ultrateñidas trovas. Podría decirse que se trata de sendas patas de conejo grisaceas y bien peludas, situadas en ese punto concreto del rostro de Bolder para hacerlas pasar por patillas postizas, o algo así. El adjetivo desconcertante se queda corto, y cabe también preguntarse si no sería que estos abalorios tenían algún tipo de función concreta, como calentarle las mejillas al colega, al estilo de los gorritos de peruta que luce el pesado de Manu Chao.



Por suerte, parece ser que al noblote bass player estas cosas tan modernas no le dejaron ningún tipo de secuela , y ahí sigue por el mundo entero tocando con Uriah Heep, como un hombre.



LA CHISTERA DE ESPEJOS DE NODDY HOLDER

Siempre se ha dicho que había dos glames: el glam elegante y sofisticado de Bowie y Roxy Music, y el glam pegadizo, chabacano y populachero de SweetSuzy Quatro y Slade, siendo precisamente estos últimos los que se llevaban la palma en cuanto a descacharres estéticos. Poco o nada desfavorable hay que decir de su gritón y cervecero concepto del rock y de su capacidad para conectar  con toda una generación de hooligans a base de histéricos himnos tabernarios - vendieron lo que no estaba en los escritos-, pero en cuestión de atuendos, estos patanes de Wolverhampton también alcanzaron numerosos top tens del disparate, con una receta en la que destacaban cuadros escoceses por todas partes, cortes de pelo decimonónicos, plataformas de medio metro, disfraces interestelares como del Carrefour y una fijación por los espejos reflectantes que era como de hacérselo mirar.



El estilista de la banda, suponemos que desde el oligofrénico en el que se encontraba recluido, parecía obsesionado con incluir este surrealista ornamento allí donde peor pudiera quedar, y el resultado fue una serie de churriguerescas prendas entre las que destacaba por méritos propios el sombrero de copa lucido por el vocalista del combo, Noddy Holder, en algunas  de las apariciones más sonadas de la banda, que seguro que llevaba también en el maletero de su haiga para encasquetárselo en caso de pinchazo o accidente, en lugar de un vulgar chaleco.





Slade siguió en activo muchos años, y aún hoy se los puede ver por los escenarios de oldies de medio mundo, ya sin Holder en sus filas, reconvertido en una celebridad  anciana con pinta de mesonero o de vendedor de niños Dickensiano. Por cierto, que de vez en cuando aún se calza su célebre chistera de espejitos. Por los viejos tiempos, ya saben...



LA PLUMA DE BRIAN ENO, DICHO SEA SIN SEGUNDAS

Mitad glammys mitad arties, Roxy Music escribió una de las páginas más brillantes del rock británico de los 70. La faceta más arriesgada y vanguardista de la banda vino de la mano de un acanijado y alopécico experto en todo tipo de cacharros sonoros, llamado Brian Eno. Antes de convertirse en el aburrido precursor del ambient y en el aburridísimo productor de los más famosos discos de u2 y Coldplay, y antes incluso de colaborar con Bowie en su maravillosa trilogía berlinesa, Eno fue un frikazo absoluto con pinta de duendecillo emplumado cuyo enigmático magnetismo y talento musical despertó las  iras y envidias de Bryan Ferry, que no paró hasta echarlo de SU banda, cerrando así el capítulo más brillante de la trayectoria de Roxy.



Tras abandonar la nave, y junto a varios excompañeros y pájaros del jaez de Robert Fripp y Chris Spedding, Eno creó uno de los más consistentes discos de esos años, Here Come the Warm Jets.



Pero no estamos hablando de música en este post, así que el Zorromono quiere hacer hincapié en los brutales penachazos de plumas que se plantaba el colega sobre los hombros, que mezclado con sus monos y sus melenacas multicolores de calvo le daban un aspecto entre inquietante e hipnótico.



Cabe remarcar también que en Roxy Music tuvo cabida otra absurda anomalía en la persona del fino guitarrista Phil Manzanera, que puede presumir de haber sido el único glam rocker con barba. Pues para que vean como está el patio, volviendo a los adornos del Eno,  una cosa tan absurda como esos plumones sí que se ha reutilizado una y cien veces, tanto por revivalistas turulatos como Marilyn Manson como por Decarnin, cuyo influjo ha llegado incluso hasta Mango.





Hasta aquí por hoy, estimados zorromoners; Ya saben a quien deberán darle las gracias  si el día de mañana ven en el Vogue a  Olivia Palermo con una chistera de espejos  y a la payasa de Florence and The Machine con unos trozos de pellejo peludos colgados de las orejas. A ver si hay huev*s.

2 comentarios:

  1. Por todos los santos!!! Siempre he estado convencido que lo de Trevor Bolder eran unos patillones ridículos!!

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  2. Gracias, Zorromono, este post es lo más adecuado para darnos ideas en época de rebajas.

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