miércoles, 25 de enero de 2012

Mentiras, gordas y Bill Cosby

El Zorromono empieza a escribir este post bajo el hechizo de la película Mentiras y gordas, que ha dejado una honda pegada en la débil y arrasada psique de su este su  mutante favorito. Durante el visionado del filme desfilaron ante los atribulados ojos del Foxmonkey una sucesión de culos y tetas pertenecientes a las anatomías de un grupo de postadolescentes cuya forma de comunicarse era un continuo farfullo en el que apenas se distinguían las brillantes frases escritas por los guionistas de la cinta, esos sinónimos del fracaso conocidos como Menkes y Albacete, y -redoble de tambores - la Sinde.



Porque que guión, amigos... Al Zorromono no le extraña que la mente que alumbró frases como "La vida hay que vivirla a tope", "Demasiado nunca es suficiente", "Los éxtasis tienen efectos secundarios que te hacen confundir las cosas" y "¿Quieres una pastilla? Te va a quitar el mal rollo..." fuera premiada con una cartera ministerial. La misma que, según los más liberales rumores, rechazó Miguel Bosé en su día lo que, visto con perspectiva, habría sido el despiporre. Tras este apocalipsis de frases entrecortadas, aturullamiento interpretativo, criajos que despilfarran la pasta de sus papás en la escuela de Cristina Rota y musicón grotesco, el Zorromono se levanto de su trono con un cabreo bastante considerable y unas ganas de tangana que no eran ni medio normales.



Pero no. Esta vez no será el Foxmonkey el reparta estera, porque a vece es bonito dar leña a gente que, a lo mejor, no se lo acaba de merecer del todo. Pongamos por ejemplo a Bill Cosby. Todos los que tenemos cierta edad recordamos los inocentes pases de la sitcom que lideraba este señor junto a su manada de hijos, y no creo que haya absolutamente nadie en este país que tenga algo en contra de esta persona.



Pero en los EEUU la cosa es muy distinta. ¿No les ha pasado nunca, ya sea en círculos sociales o culturales, que un continuo malmeter por parte de novias, colegas o Boyero provoque un cambio radical de opinión respecto a alguien o algo? Pues eso es exactamente lo que le sucedió al Zorromono con Bill Cosby; el no parar de cachondeos que el Micocánido ha visto, oído y leído de cómicos, artistas e instituciones de reconocido prestigio  ha hecho que la opinión del ser que les escribe respecto al humorista afroamericano haya  mutado de afable indiferencia a altivo desprecio.



Esta labor de socavamiento la comenzó el que posiblemente sea el  ser humano más divertido de todo el siglo XX, justo por delante de Enver Hoxha e Isabel Allende, el gran Groucho Marx. Cosby, en uno de sus momentos de máxima gloria a mediados de los 70`s, tuvo el detalle de invitar al otoñal cómico a su show televisivo, sin siquiera sospechar la que se le venía encima.



Ya en los 80's, con el brutal éxito de la serie que le hizo popular en todo el orbe, el bueno de Bill y sus atroces jerseys se convirtieron en los máximos defensores de la vida familiar sana, los valores positivos y las cositas buenas en general. Esto conllevaba una furia paternal hacia todos esos díscolos comiquillos afroamericanos que desprestigiaban a su raza a base de actitud, mala uva y cien tacos por frase. He aquí la narración que hizo Eddie Murphy - cuando aún era esa bestia nubia del humor a la que tanto echamos de menos - de un intento de rapapolvo que le acabó explotando en las manos a papá Cosby. Disfrútenlo a partir del  minuto 12.30  de la imprescindible Raw, justo después de los chistes de maricas.



Como ven, despreciar a Bill equivale a despreciar la moralina, los valores familiares positivos y, por extensión, a La Casa Azul y Russian Red . Por eso, el Zorromono no puede más que relamerse al imaginar la cara que puso el viejo al contemplar la escena de El Corazón del Ángel - rodada durante la etapa de mayor éxito de La Hora de Bill Cosby - en la que el canalla más badass del Hollywood de la época, Mickey Rourke, pone a la hija de Cosby en la ficción, Lisa Bonet, mirando a Cuenca al estilo vudú.



¿Cual es la moraleja de esta historia? Pues que la mayoría de las cosas que se hacen pretendiendo ser epatantes y políticamente incorrectas solo a base de tetas, culos, drogas y lenguaje chano son un mojón tan hermoso y soberano como los productos sin gracia que albergan objetivos tan elevados como fomentar los valores positivos, sean cuales sean. Y que las moralejas  son lo pu*o peor.

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