viernes, 29 de abril de 2011

El 'Mea Culpa' del Zorromono

Una vez recuperado de una Semana Santa plena de procesiones y recogimientos espirituales, el Zorromono vuelve a sus computadoras para hacerles una vez más partícipes de sus tribulaciones. En esta ocasión, su amigo el Micocánido les hablará de lo mismo de siempre: rock and roll, indis, modernos, discos y memeces, todo ello adornado con cuatro paridas a ver si se ríen, y listos. Así que ya saben, toca armarse otra vez de paciencia.

Les sonará a chiste, pero una de las canciones que más ha llamado la atención del Foxmonkey en estos últimos meses  es este soberano pepinazo:



Ahí tienen. Psicodelia, riffazo cuasistoner, videoclip estroboscópico y bataca estilo trueno. Quién nos iba a decir que los Arctic Monkeys, esos irritantes púberes que irrumpieron en el mundillo del pop británico en 2006 como un elefante en una cacharrería se iban a convertir, con el tiempo, en una interesante banda de rock de la que cabe esperar muchas - y buenas- cosas.

Como ya les ha comentado el Micocánido en anteriores ocasiones, su mutante preferido mantiene una natural desconfianza hacia la escena musical de la Gran Bretaña. Más bien, la cautela del Zorromono se dirige hacia la prensa musical de tan taimada nación, esa que no para de bombardear con un nuevo fenómeno cada pocos meses y se quita de la manga etiquetas, fenómenos artificiales, dimes y diretes como quien come pipas. Así que comprenderán que cuando estos lechuguinos hicieron su aparición, la opinión de este su seguro servidor basculara entre el desprecio y la indiferencia.



Pero miren que pintas, por Cristo...Y una escucha por encima del disco de debut de estos petimetres, Wathever Pople Say I Am... no mejoró las cosas; roquillo urgente apijolado, con melodías pegadizas y una supuesta rabia juvenil que más bien parecía la pataleta de un nene al que su mamá castiga sin jugar con los Gormitis. Que gente como Pete Townshend y Josh Homme los saludara como el futuro del rock no hizo que el tozudo Micocánido cambiara su opinión sobre estos fulanos, aunque el tiempo demostró que ambos instrumentistas saben un poquillo más de todo esto que su amigo el Foxmonkey...

Pues sí, los legendarios guitarristas de The Who y Kyuss fueron capaces de ver talento y futuro donde los demás - bueno, vale, los demás no, sólo el Zorromono -  no atisbaban más que un hype de temporada que duraría menos que una fu*cia en la mansión de Charlie Sheen. El segundo disco de estos chavalotes - liderados por el cantante y guitarrista Alex Turner y el guitarrista Jamie Cook, amiguitos desde que eran pequeñitos en su Sheffield natal - sonaba exactamente igual que su predecesor, y sólo sirvió para que sus hordas de seguidores, compuestas por treinton@s inmadur@s obsesionad@s por escuchar lo último para no sentirse como unos carcamales, y treceañer@s carentes del más mínimo referente - como los propios Arctic Monkeys cuando empezaron, sin ir más lejos -, contaran con una nueva ristra de aceleradas coplas para berrear en conciertos, festivales y baretes de moda.



Llegados a este punto, le van a permitir al Micocánido un inciso. Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que las cosas en el negocio de la música llevaban un ritmo distinto al actual. Y esto no pasaba sólo en el rock, sino en todas las vertientes del entretenimiento; a un creador se le permitía tener una carrera media o larga con cierto nivel de promoción y atención, aunque su primer trabajo no hubiera sido un pelotazo. Y si lograban el éxito a la primera, pues se le dejaba evolucionar - por ejemplo, sin una chuminada como Love, love me dooo..., no habríamos podido disfrutar de una Hapiness Is A Warm Gun - y llevar sus carreras por derroteros inesperados y sorprendentes, siempre y cuando siguieran resultando más o menos rentables. Olvídense de eso en la actualidad; si un artista no alcanza el éxito inmediatamente, se vuelve a su casa y más le vale ponerse a preparar oposiciones si no quiere acabar vendiendo su cuerpo al mejor postor. Lo de tener carreras largas es cosa del pasado, aunque también es cierto que hubo bandas, como los Sex Pistols o Jane's Addiction - los de verdad, no estos de ahora - cuyo destino era implosionar en plan supernova, y no habría tenido sentido verlos cumplir años.

Con todo esto, el Micocánido quiere decir que antes a las bandas se les permitía madurar y experimentar, y que precisamente fue el terrible éxito que logaron los Monkeys con sus primeros trabajos lo que les permitió meterse a explorar otras cosas para intentar progresar y buscar una voz propia. Y es normal que con 16 años estos pollos no supieran dónde se estaban metiendo y que no conocieran nada aparte de Oasis, porque no creo que el Zorromono tenga que pedirles que hagan memoria para recordar la de tontadas y memeces que hicieron ustedes con esas edades, y las chorradas que a buen seguro escuchaban con pasión desaforada.



Y los pipiolos crecieron, vaya que sí. Mientras que sus compañeros de generación Franz Ferdinand, Bloc Party y nosequién más se estancaban, Alex Turner y sus amiguitos se dedicaron a ilustrarse, coger tablas y molantizarse a pasos agigantados. Es especialmemente paradigmático el caso del vocalista, que se empató de golpe y porrazo con la ultra-cool Alexa Chung, que suponemos que habrá tenido mucho que ver en el tránsito de los Monicacos de Sheffield de pajill*ros de polígono en chándal a melenudos con camisetas de Black Sabbath. Esas son las ventajas del ruacanrol, amigos, porque en condiciones normales, un sardinilla como Turner ni de coña habría abrochado con una jamelga como la Chung.



Como se podrán imaginar, el Micocánido, que de personalidad no está sobrado precisamente, empezó a interesarse en Artic Monkeys en el mismo instante en el que se anunció que Josh Homme - líder indiscutible de Queens Of The Stone Age y una de las figuras más influyentes e implacables del rock actual- produciría su nuevo disco, que lo grabarían en el desierto de Joshua Tree, y que estaban trabajando en unos riffs a lo Black Sabbath que lo íbamos a flipar. Sólo por esto ya merecen todo el respeto del mundo, porque no sólo decidieron abandonar la comodidad de su Inglaterra natal, sino que apostaron abiertamente por mutar de grupo britindi a banda de rock con aspiraciones a conquistar desde dentro el mercado americano, demostrando tener más redaños y buen gusto que todos sus compañeros de generación juntos.

Al final la cosa no fue para tanto, aunque volvieron de los States con el que para el Micocánido es el mejor disco de la corta carrera de estos chiquilicuatres, y con mucha diferencia. Hunbug, que asi se llamó el invento, muestra a unos monos convenientemente desertizados que levantan el pie del acelerador y apuestan por crear unas atmósferas lisérgicas de lo más sugerentes, a base de guitarras que remiten al garage de los 60 y, obviamente, a los dos últimos y aborricados discos de los Queens Of The Stone Age de Homme. Pese al sonido eminentemente americano del álbum, no deja de llamar la atención que otra de las grandes influencias que aflora en los surcos de este Humbug sea la de The Smiths; los fraseos de Turner tanto en el single Cornerstone como en la sugerente Secret Door remiten directamente a Morrissey, aunque pasado por un tamiz de humo de joint y voces dobladas que salen de sabe Dio donde. Un buen disco, en definitiva, con sus solos extraños, sus desarrollos marcianos, sus teclados inquietantes - como el de la intro de la desbocada Pretty Visitors -,  y sus cositas interesantes.



Pero como se podrán imaginar, pese a que los Monkeys quedaron encantados con la experiencia, ni los fans ni su compañía se mostraron especialmente complacidos. Cuesta imaginase a los típicos indis, acostumbrados a la suavidad y placidez de lo que ya conocen, apreciando algo tan amargo y alejado de sus coordenadas como Hunbug, que por no tener, ni siquiera tuvo un single de éxito. Por no hablar de sus fans adolescentes gritonas, que en su inmensa mayoría no entendieron nada de nada.



Pues bien, han pasado dos años desde la edición de su disco junto a Homme y los ahora melenudos y barbados Arctic Monkeys sacarán su nuevo álbum, que titularán Suck It and See en los próximos meses. El Zorromono espera que los de Sheffield no se amilanen y ahonden en la senda abierta por Hunbug, aunque su batería, se supone que espantado al comprobar como descendió alarmantemente el número de adolescentes que le acosan desde su aventura psicodélica, ha anunciado que será "menos experimental" que su predecesor. Su nueva Don't Sit Down 'Cause I've Moved Your Chair parece indicar lo contrario, y ojalá sigan el camino de su amigo Josh Homme - que no produce por incompatibilidades de agenda, pero sí colabora en algúna coplilla -, que cuanto más éxito tiene con sus Queens Of The Stone Age, más bruto, oscuro y obtuso se pone.

2 comentarios:

  1. Si señor, buenisimo critica y analisis, la verdad es que también me recuerdo escuchando estos hace años y pensando "meh". No tenia ni idea que se estuvieron pervesionando con Josh Hommes! Voy tener que escucharles de nuevo para ver que tal :)

    Es cliché y usado por todos los medios de comedia pero "no atisbaban más que un hype de temporada que duraría menos que una fu*cia en la mansión de Charlie Sheen." JAJAJAJA la hostia tio! Venga, ser feliz!

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  2. La bajada de posición de la guitarra del guitarrista ya intuye una evolución apropiada. Me informaré

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