Y sí, sería como para venirse abajo si en la segunda jornada del Azkena Rock Festival, el Zorromono y sus secuaces no fueran a disfrutar de la segunda visita que los monstruosos Cheap Trick a territorio peninsular, y de otros platos a priori tan jugosos como los implacables Queens of the Stone Age de Josh Homme, la leyenda del hardcore Bad Brains, y los siempre extraños Primus.
Lo malo de este tipo de enventos en el que un día está repleto de propuestas interesantes es que hay que seleccionar. Esto no es como esos festivalillos indis de provincias - ejem, ejem- en los que encasquetan un montón de cosas más o menos iguales, y para terminar a Guille Milkihail!. En el Azkena es necesaro relajarse y descansar un poquillo si no quieres fallecer de un colapso por exceso de emoción, lo que obligó al Micocánido a perderse los conciertos de Blue Rodeo, Dirty York, e incluso el de los fantásticos Atom Rhumba.
El primer show del que disfrutó su amigo el Foxmonkey en el ecuador del festival gasteiztarra fue el del Reverend Horton Heat. Pese a los esfuerzos de Jim Heat y a un repertorio bastante equilibrado, la propuesta de la banda estadounidense, que en vivo navega entre el punk de los Ramones y el rockabilly cafre de Gene Vincent, no acabó de cuajar por un sonido espantoso y una actitud un tanto relajada por parte del público.
Harina de otro costal fue el pase de Cheap Trick, en lo que acabó siendo uno de los shows más alabados de todo el festival. Tras una presentación sonora que, en inglés y japonés, presentaba a los de Rockford como la best fucking band que hayan visto jamás, estos venerables abueletes saltaron a escena como un ciclón, atacando su inmortal Hello There.
Lo que ocurrió a continuación fue la constatación de una de las mayores injusticias que se han dado en la historia del rock. ¿Cómo es posible que estos señores se hayan quedado en 'grupo de culto' siendo tan extraordinariamente buenos? El concierto de Robin Zander - vestido de blanco y con gorra de capitán - Tom Petersson - con su bajo de tropecientas mil cuerdas-, y Rick Nielsen-en-el-papel-de-Rick-Nielsen fue para enmarcar. Sonidazo de lujo, temones - desde su clásica Surrender a la irreal I Want You You Want Me, pasando por la reciente Sick man of Europe, un cover del In The Street de Big Star, y Dream Police - actitud a raudales, melodías de otra galaxia, pericia musical extrema, guitarras de cinco mástiles y puñados de púas, entre otras cosas, ayudaron a hacer de este concierto algo inolvidable . Fue curioso observar a muchos de los barbudos del público, y ver como todos y cada uno de ellos tenían en sus toscas caras unas enormes sonrisas contagiadas del buen rollo que desprenden estos yayos rockeros, que se esforzaban en disimular cuando sus amigotes se giraban para pedirles un papirus para el porrus, o lo que fuera. Pues eso, ovación y vuelta al ruedo para estos colosos.

Por estas cosas que tienen los festivales, en 10 minutos pasamos del power pop mostrenco de Cheap Trick al hardcore nubio de Bad Brains. Los punks rastafarianos provocaron los pogos más cafres de todo al festival - su amigo el Zorromono sufrió el envite de un enanito malintencionado que le arreó un codazo en la vejiga que todavía le duele en los días lluviosos - y repasaron su cancionero tanto en su vertiente espídica como en la jamaicana. Recital aguerrido y atronador, pero un poco ni fu ni fa, aunque moló ver a semejantes mitos en acción.

Y llegó el turno de Primus. Tan desconcertantes y marcianos como de costumbre, la banda se presentó con una escenografía que consistió en dos gigantescos astronautas hinchables en cuyas escafandras se proyectaban unas cosas rarísimas. Les Claypool y su imponente colección de bajos le dieron a sus seguidores justo lo que querían, y nos dejó a los demás con la boca abierta. Muy bien, la verdad. Aunque este show se quedó en poquita cosa comparado con la barbaridad de Queens of the Stone Age.
El Foxmonkey ha dicho barbaridad, si, porque esta fue la primera ocasión en la que su mutante favorito tuvo la sensación de gozar del privilegio de estar viendo a la mejor banda de rock del mundo. Es probable que esto no sea cierto, y que My Morning Jacket, o The Mars Volta, o Mastodon, o quien sea estén al mismo nivel que estos tipos sobre un escenario, pero visto lo visto en Azkena y en otros vídeos de la gira, permítanle a este Micocánido dudarlo.

Fue como si una apisonadora le hubiera pasado por encima a 18.000 personas que disimulaban su estupor como buenamente podían. Con un escenario en el que sobresalían una especie de pórticos hechos a base de circuitos, y un diseño de luces que hacía que las tablas parecieran una sala de ensayo, un Josh Homme más iracundo de lo habitual comandó a Joey Castillo y el resto de su banda como si fuera el último concierto que fueran a dar en su vida .
Quizás el pelirrojo estaba picado por el éxito arrollador de sus ex colegas de Kyuss la noche anterior, porque la mala baba que supuró en su recital no era normal. El tipo arrancó con cuatro de las piezas más punks de su repertorio - You Think I Ain't Worth a Dollar, No one Knows, First It Giveth y Feel Good Hit of the Summer- dejando a todo Cristo aplanado y quedándose tan pancho, para luego navegar por las aguas lisérgicas de joyas como Make it Chu y la primeriza Mexicola. Tras poco más de una hora de arrasador hard rock y mala leche a litros, Homme y los suyos se despidieron - es un decir, porque ni se despidieron ni nada - con una interminable e inenarrable A Song For The Dead. Y todo el mundo con la boca abierta.
Tras esta exhbición, bastante hicieron los pobres Clutch con aparecer por ahí. La verdad es que su propuesta, cada vez más rockera y clasicota, fue recibida con agrado por la audiencia, pero la mente de muchos todavía estaba en Queens of the Stone Age y en cuando se decidirán a editar un nuevo disco de una maldita vez.
Pues nosotros vamos al Sonisefere de getafe, ya estoy temblando debido al asunto despertar-en-tienda-sudando-la-sauna. Brrrr, miedo tengo
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