El del vocalista de Allman Brothers Band fue uno de los conciertos del festival antes incluso de que sonara una sola nota, porque solo verlo irrumpir en el escenario, acompañado por su asistente, hizo intuir que iba a suceder algo grande. Lo primero que llamó nuestra atención fue la fragilidad que transmitía la enjuta figura del vocalista - la hepatitis c no es ninguna broma -, y lo segundo, el aura de grandeza que le rodeaba.

Todo lo que no tiene Ozzy Osbourne a Allman le sobra. Mientras que está claro que el ex vocalista de Black Sabbath no está en condiciones de ofrecer recitales medianamente dignos, el pequeño de los Allman, pese a su delicado estado de salud, se basta y se sobra para ofrecer conciertones épicos con una clase y un carisma al alcance de muy pocos. Es historia viva del rock, cierto es, pero no hay que olvidar que su reciente Low Country Blues es uno de los discos del año, y por lo visto en su pase del Azkena, el abuelete tiene voz - tan cálida y dulce como en los días de Idelwild South y Brothers and Sisters - y carrete para rato. El Miocánido no quiere parecer un jipi ni un ñoño, pero si tuviera que elegir un adjetivo para definir su pase, sería "majestuoso".
El de Nashville se presentó en Vitoria con un grupón compuesto de guitarra, bajo, piano, batería, percusión y vientos, con él mismo alternando teclado y guitarra, y fue navegando entre clásicos southern de la banda que fundó hace un millón de años con su hermano Duane, temas de sus discos en solitario y alguna que otra versión. Arrancó con Don't Keep Me Wondering, y no faltaron ni Melissa, ni Can't Be Satisfied, ni unas Midnight Rider y Whipping Post deconstruidas a-lo-Dylan que hicieron que los allí congregados casi nos ahogaramos en nuestras propias babas. Una exhibición de blues, soul, gospel y rock sureño por parte de un señor que dio una lección a todos esos rockerotes seniles que se pasean por el mundo aburriendo a sus lobotomizados seguidores, tipo Clapton, Van Morrison y Knopfler.
Precedieron al ex marido de Cher los jovenes Avett Brothers, que sorprendieron agradablemente al Zorromono con su country-folk contemporáneo tocado con furia hardrockera, y le sucedió otro de los protagonistas de la noche, un rollizo Brian Setzer con su tupé, sus guitarras y un nutrido grupo de amigotes.

Tras un comienzo un tanto frío, acompañado por un pianista, un contrabajista y un batería que - fíjense que vulgaridad - tocaba sentado, tuvo que salir Slim Jim Phantom para poner un poco de mordiente en el asunto. Porque esta gira de Setzer consiste en eso, en ver al genial guitarrista con dos grupos diferentes, interpretando piezas de su carrera en solitario con el primero, y de Stray Cats con el segundo. Huelga decir que con dos tercios de los gatos sobre las tablas, la cosa cambió.
Mientras que a Setzer se le ve estropeadillo, con su barriga y sus patillacas de viejo, Slim Jim está exactamente igual que hace 25 años: delgadito, afilado y derrochando rock and roll. Cayeron Rumble in Brighton, Runaway Boys y absolutamente todas las que queríamos oir - salvo Gene & Eddie -, y mientras la cosa subía en intensidad, el percusionista se iba despojando de prendas. Slim acabó vestido de Slim con sus pitillos, su camiseta sin magas y su pañuelaco al cuello, pegándose unos carrerones de aúpa por el escenario, mientras todos los músicos de Setzer se juntaban sobre las tablas, y se enfrascaban en un duelo de contrabajos en el que el propio jefe participó con un instrumento adornado con una reprodución de su propia cabeza en el clavijero.
Por esas cosas del destino, a estos iconos del rockabilly les sucedió el mod personificado. Consciente de que no encajaba muy bien allí, Paul Weller hubo de batallar desde la primera nota por hacerse con el respetable, muy menguado respecto al anterior concierto. Sobrio y elegante, el británico arrancó con The Changingman y el Eton Rifles de The Jam - ¡placa!-, y de ahí ya no bajó en intensidad y rabia hasta unos temas finales más reposados y souleros, con el iracundo músico sentado al piano. Sin lugar a dudas, Weller compartió con Josh Homme el título de rockero más cabreado del Azkena.
El fin de fiesta, que a priori no prometía mucho, deparó alguno de los momentos más descacharrantes de estos tres días de ruacanrol. Los actuales Thin Lizzy, esa cosa con la que Brian Downey y Scott Gorhan se ganan unos duros antes de jubilarse, fueron los encargados de echar el telón al festival vitoriano en sustitución del barrilete Danzig, que suspendió su anunciado y esperado pase azkenero apenas una semana antes del evento, porque prefería quedarse en su mazmorra californiana recibiendo tollinas.
Pese a que fue grande ver a Gorhan y Downey rockeando como en los viejos tiempos, es justo reconocer que el protagonista absoluto del pase fue el bajista Marco Mendoza. El Zorromono descubrió en este individuo a un alma gemela, un auténtico berraco que parece que en cualquier momento va a ponerse echar fuego por la boca y cagar rayos y truenos. Tan pronto puso las columnas jónicas que tiene por piernas sobre el escenario e hinchó su granítico pechopalomo, el bajista - que es un reputado músico que ha trabajado con, entre otros, Ted Nugent - se erigió como el centro de todas las miradas. Qué remedio, porque si uno se descuidaba, el fulano te podía descalabrar una de las botellas de agua que, se supone que con intenciones humanitarias, lanzó al público con furia arcana.

Porque las cosas con Mendoza van así: el público no le tira botellas y vasos a Mendoza; es Mendoza el que apedrea a la audiencia. Mendoza tiene el don de la ubicuidad, y cuando rugió un poderoso 'Buenas noches, Bilbao' desde el escenario, nadie puso en duda que no se trató de una confusión, sino que este titán estaba a la vez en ambas capitales vascas. Mendoza clava las lineas de bajo de Phil Lynnot, y de hecho parece que las toca con los testículos en vez de con las manos. Mendoza suda ácido. Mendoza tiene tatuadas las aureolas de los pezones. Incluso se rumorea que Mendoza es gorila jefe de la guardia de El Planeta de los Simios, convenientemente afeitado, y que como cátering acostumbra a exigir treinta vírgenes, seis toneles de vino, un hacha y tres carneros.

En cuanto al resto de estos nuevos Lizzy, también es justo reconocer que el don nadie que se disfraza de Izzy Stradlin en los actuales Guns N Roses no lo hizo mal del todo a la guitarra - aunque alguien debería comentarle lo poco adecuado de lucir una Union Jack cosida en la manga de la camisa cuando tocas en la Banda Nacional de Irlanda -, y el cretino de Ricky Warwick, que ya era un imbécil en los tiempos de The Almighty, se encargó de metalizar y destrozar clásicos imperecederos del calibre de Killer on the loose, Rosalie, The Boys are back in town y Black Rose.
Y esto es todo por hoy, chavales. Esto es, a grandes rasgos, lo que pasó en el Azkena, aunque si quieren completar la información con datos tan interesantes y veraces como el número de pibas que acudieron al festival, y la orden de alejamiento que "todavía" tienen Josh Homme y Nick Oliveri - que se fotografiaron juntos este año, como pueden ver -, lean la crónica que hizo del evento el figura de la Rolling Stone. Y ese lo hizo cobrando.

Bueno, cómo te pones con Ricky Warnick (no confundir con Martin), entiendo que jode cuando un grupo que te mola cambia al cantante, pero entonces, ¿qué opinas de Ripper Owens, Blaze Bailey, o el que estuvo entre John Bush y la vuelta de Belladona?.
ResponderEliminar¿Para cuándo la crónica de Judas? ¿Qué vas a hacer con los sombreros de Lemmy...devolverlos, e-bay, usarlos para bodas?
Por último, enhorabuena, vas a ver en el Noroeste a uno de tus grupos favoritos: Maldita Nerea.
Ya sabéis, si a los gafapastas les ha funcionado, habrá que llorar e ir disfrazados a María Pita para pedir que vengan grupos de verdad a la playa.
El Azkena es un festival que no mola nada. No hay casi tías y, desgracidamente, mucho olor a sudor. Abra sus horizontes!!!
ResponderEliminar"Mientras que a Setzer se le ve estropeadillo, con su barriga y sus patillacas de viejo, Slim Jim está exactamente igual que hace 25 años: delgadito, afilado y derrochando rock and roll. Slim acabó vestido de Slim con sus pitillos, su camiseta sin magas y su pañuelaco al cuello"
ResponderEliminarEsto que es un blog de música o la marie claire??? Céntrese, que a este ritmo va a terminar siendo un coolhunter