No es ningún secreto el cariño y la admiración que el Zorromono siente por este enjuto caballerete y por ello se indigna profundamente cuando la historiografía oficial lo pone varios peldaños por debajo de Brian Jones y Mick Taylor, y lo pinta prácticamente como un payasete en permanente estado de embriaguez. A ver, que un poco sí, para que negarlo, pero también convendría añadir un par de factores más a la ecuación, como el talento y la versatilidad del bueno de Ronnie y la imponente discografía que ha acumulado en sus casi cincuenta años de carrera.

Repasando la mayoría de las listas de los mejores discos de Jagger y Richards hay una práctica unanimidad en calificar el período que va del sospechoso ahogamiento de Brian Jones a la gira del dinosáurico Exile on Main Street como la época dorada del grupo. Salvo en la grabación del Beggars Banquet en 1968, en la que al parecer el Morros y Keef se dedicaron a mangonear a un imberbe e inocente Ry Cooder, la guitarra solista del conjunto en esos dorados años estuvo a cargo del sosainas de Mick Taylor.

Obviamente, ensalzar la posterior labor de Wood atacando el impecable trabajo que el fino exguitarrista de los Bluesbreakers de John Mayall desarrolló en Let It Bleed, Sticky Fingers y Exile sería del género bobo. Lo que intentará demostrar el Zorromono es que esos monumentales trabajos habrían sido tan ambrosíacos o más de haber sido el bueno de Ronnie el que empuñara la segunda guitarra rolinga en esos años.
Tanto el Zorromono como ustedes sabemos que Jagger y Richards son unos buenos elementos que no tuvieron el menor reparo en calzarse un loro en el hombro y un parche en el ojo para ejercer pillaje y saqueo sobre las ideas, melodías, riffs y cosas de todos de los que pululaban a su alrededor sin conceder jamás un mal crédito, así que es posible que más de un tema de esos años surgiera de la mente del pobre Taylor y su triste y permanentada cabeza. Aunque todo Dio tiene más que claro que tanto los méritos como los deméritos stonianos desde hace cinco décadas - Tanto Aftermath como Undercover, cada uno en su categoría - son gracias a, o por culpa de, sus dos líderes.
Siempre se dijo que Taylor no era la primera opción para sustituir al pobre Brian Jones, e incluso hay una sugerente leyenda que afirma que Jagger telefoneó al estudio en el que los Faces celebraban sus primeros ensayos preguntando por Ronnie, a quien le habían echado el ojo. Al aparato se puso Ronnie, pero no Ronnie Wood, sino Ronnie Lane, bajista, compositor y uno de los individuos con un talento y un humor más malévolos en el talentoso y malévolo rock inglés de la época, que ante la pregunta del Morros de si creía que a Wood le podría interesar tocar con los Stones, respondió que el guitarrista estaba perfectamente donde estaba. Pero bueno, por lo menos Lane le pasó a Woody el recado. Cinco años después.

El Zorromono les quiere plantear ahora un ejercicio de rockerismo-ficción. ¿Qué habría pasado si esa llamada la hubiera contestado Ron Wood y hubiera aceptado la propuesta de los Stones? ¿Se habrían resentido sus grabaciones? Ni en pedo, pelotuuudos. Este mutante está convencido de que el resultado de esa alianza habría sido una mejora sustancial en esos discos.
De acuerdo, el Foxmokey les concede que tal afirmación es una absoluta osadía, pero hay factores que apoyarían tan descabellada hipótesis. El primero es el hecho de que Keith no soportaba a Taylor, aunque esto tiene pinta de ser una típica boutade Richardesca vistos los sobrenaturales resultados de los años de colaboración entre ambos hachas y las exaltadas amenazas de muerte que Keef le remitió al pobre Mick cuando decidió abandonar la banda. Y el segundo es el grado de complicidad camándula dentro y fuera de los escenarios que Richards y Woody demostraron desde antes del ingreso de Ron en los Stones, que se hizo efectivo en 1975; si con Taylor la estructura en el grupo era la de un rítmico y un solista, con el exFaces la cosa mutó en una movida que dieron en llamar "arte de entretejer" en el que ambos aves se daban réplicas y relevos en sus roles, difuminando de un lonchazo las diferencias entre ritmo y punteo. Escuchense algún bootleg de los New Barbarians, la banda que se montaron para presentar el Gimme Some Neck de Ronnie para comprobar este sistema en su máxima amplitud.

Al Zorromono le gusta imaginarse que habría sido del Exile on Main Street, por ejemplo, si Woody hubiera estado presente en esas bacanálicas sesiones en Villa Nelcote - mejor no, porque teniendo en cuenta la propensión al vicio del colega, lo más probable es que hubiera acabado reventando como el Mr. Creosote de El sentido de la vida- o cual habría sido su comportamiento en Altamont, pero eso no lleva a ninguna parte. Lo único que importa es que, pese al que le pese, nuestro romaní amigo - sí, Ronnie es de etnia gitana. ¿A que eso explica muchas cosas?- ha grabado dos fabuloso discos con el Jeff Beck Group, cuatro obras maestras con los Faces, dos álbumes y medio asombrosos como solista y un tropel de lp's de los Stones tan increíbles como el infravalorado Black And Blue, Some Girls, Tattoo You y la mitad de Voodoo Lounge, además de unos cuantos temas sueltos sublimes en trabajos un poquillo más olvidables. Y en todos ha salpimentado los surcos con su estridente y ecléctica guitarra y su ultrarrítmico bajo. Mientras tanto, el pobre Mick Taylor aún se intenta recuperar de su paso por los Stones.
Además tampoco hay que olvidar la atómica imagen del bueno de Woody y su decisivo papel en la etapa más funk de la banda, esa que va del Black and Blue - suya es la lúbrica Hey Negrita - al Emotional Rescue. Y si estos trabajos son menos macizos que la producción de principios de los sesenta, el Zorromono cree que eso es únicamente responsibilidad de Mick y Keith, no del pobre Ronnie.
Además no hay que olvidar que el beodo guitarrista protagonizó una de las anécdotas más disparatadas de la ya de por sí disparatada historia del combo británico, porque ni Mick, ni Keith, ni Bill Wyman - que al parecer ostentaba el récord duermemozas de la banda - pueden presumir de haberse cepillado a la mujer de un primer ministro, cosa que Woody puede hacer pero que no hace porque se trata de un perfecto caballero del crimen.
Pues sí señores, eso pasó. Y pasó en la bella y civilizada Canadá en 1977, a donde los Stones se desplazaron para grabar una parte de su doble en directo Love You Live. El hurilla de Mick Jagger invitó a uno de los conciertos a la señora del primer ministro de la nación, Pierre Trudeau, una apetecible y descocada mozuela que respondía al nombre de Margaret, aunque el tiro le salió al Morros por la culata porque el que se llevó al huerto a la moza y coronó la cabeza del pobre Trudeau con una imperial cornamenta de alce fue Ronnie. Cuando la prensa empezó a coscarse de las continuas visitas de la primera dama al hotel de esos facinerosos rascatripas pronto le atribuyeron un affaire con Jagger, más que nada porque era el único Stone al que conocían, pero el propio Woody confirmó en sus desacacharrantes memorias que tuvo "algo especial" con la fresca de Margaret. Uuuuy mira la paaaaya... ¿Se imaginan al soseras de Mick Taylor protagonizando una aventura galante similar con, por poner un ejemplo, la infanta Pilar o Nancy Reagan? Bueno, no, mejor no...

El Zorromono quiere acabar este post citando una vez más a uno de los sabios supremos, Groucho Marx - sí, otra vez. ¿Qué pasa?- que cuando le presentaron a Woody a mediados de los setenta le saludo con un airado "Lleva usted el peinado más estúpido que he visto en mi vida. ¿Qué es usted, un hombre o un pollo?". Un buen pollo, Groucho. No hay más que ver la tremenda propensión al derroche y la bancarrota del colega y su última obsesión por perseguir a furci*s soviéticas adolescentes. Y por muchos años.

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